Su padre era leñador y Pedro le ayudaba a cortar leña, y Raquel ayudaba a su madre a coger frutas del bosque y preparar ricas mermeladas.
Pero tuvieron muy mala suerte porque su madre murió cuando eran pequeños.
Pasó el tiempo y su padre se casó con otra mujer, que solo quería lo mejor para ella misma, era muy egoísta.
Entonces obligaba a Pedro y Raquel a limpiar la casa, amenazándoles de que si no limpiaban les dejaba sin comer dos semanas y eso que tenían poca comida en la despensa.
Un día que les tocaba limpiar en el jardín, Pedro gritó enfadado:
- !No podemos seguir así, esa mujer nos está haciendo la vida imposible, si seguimos así de mayores no cortaremos leña como nuestro padre desea que hagamos, lo único que haremos será limpiar para los ricos¡
- ¿Y qué piensas hacer? Si no lo hacemos nos quedaremos sin comer y a papá le podría pasar algo peor, si nuestra madrasta se enfada.- dijo Raquel.
- Escapémonos al bosque -propuso Pedro- somos buenos amigos de los animales, seguro que se acuerdan de nosotros y nos ayudarán.
Entonces esa misma noche se fueron al bosque y se hicieron una cabaña para vivir.
Sus padres los buscaban día tras día pero nunca los encontraban.
Pedro cortaba leña para mantener caliente la morada y Raquel recogía frutos del bosque para almacenar comida en la cabaña y se hacían amigos de los animales del bosque.
Paso el tiempo y se fueron haciendo mayores.
Pero un día pasó algo terrible: ¡Todos los frutos del bosque que había recogido habían desaparecido y la cabaña estaba destrozada! ¿Qué había pasado?
Pedro y Raquel ya no tenían casa ni nada para comer, se pusieron muy tristes y preocupados, pero Pedro y Raquel no querían volver a la cabaña de su padre por miedo a que su madrastra les pudiera hacer algo.
- ¡Qué vamos hacer! Dijo Raquel con miedo
- Tranquila, seguro que nuestros amigos los animales nos darán alguna explicación de esto. respondió Pedro- tranquilizando a su hermana.
Los animales les explicaron que arriba en la montaña vivía el gran oso “Grun Tunx” y que se había despertado después del invierno y tenía mucha hambre.
Entonces para arreglarlo, los niños se dirigieron a la guarida del oso, al que le plantaron cara y le dijeron:
- ¡No puedes robarnos la comida! Nosotros también tenemos hambre.
- ¡Pero yo también tengo que comer! - dijo el oso.
- Tengo una idea, podemos compartirla, en este bosque maravilloso hay comida para todos - dijo Pedro-
Y así se hizo. Los niños y todos los animalitos compartieron todas las riquísimas frutas que había en el bosque, y todos quedaron muy felices, incluido el oso “Grun Tunx”, que no era tan fiero y que comprendió que todos debían comer.
Pedro y Raquel reconstruyeron la cabaña, pero se acordaban mucho de su padre, y como ya eran mayores, ya no tendrían miedo de la madrastra y decidieron ir a buscarlo.
Cuando llegaron a la cabaña vieron que no había nadie. ¡No estaba la madrastra ni su padre!
Entraron en la casa y vieron que estaba muy sucia y desordenada.
Entonces oyeron que se acercaba alguien hacia la casa. ¡Era su padre!
Su padre al principio se asustó porque no los conocía, ya que habían crecido mucho.
Pero al fin los reconoció y se alegró mucho
- ¡Hijos míos estáis vivos! ¡Qué alegría más grande!
Quiero deciros algo: - Vuestra madrastra se ha marchado y me ha dejado solo.
Os he echado mucho de menos. Os podéis quedar a vivir conmigo.
Sus hijos dijeron:
- ¡Si papá! Te prometemos que nunca más te dejaremos.
Te ayudare a coger leña, porque ya soy mayor y tengo fuerza para coger el hacha-dijo Pedro.
- Y yo ayudaré a buscar comida con mis amigos los animales del bosque –dijo Raquel-
Así fue, desde aquel momento vivieron los tres juntos y se alimentaron de los frutos del bosque.
Y vivieron muy felices en la naturaleza.
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