Desde mi montaña
puedo ver lo que soñé,
soñar lo que sentí,
sentir lo que imaginé.
Desde mi montaña
puedo escapar de mi jaula,
desplegar mis alas,
derribar las barreras
y abrir las ventanas.
Desde mi montaña
puedo ascender a las cumbres,
sentarme en un mar de nubes,
dar patadas a la luna,
correr por los bosques,
saltar de piedra en piedra,
volar de rama en rama.
Desde mi montaña
puedo sentir el sol,
sus diminutas agujas doradas,
las minúsculas gotas
y el crujir de las hojas
por la lluvia empapadas;
la nieve en su resplandor,
su mágica claridad azulada;
Desde mi montaña
puedo recorrer sus cuevas,
perderme en sus entrañas,
perseguir bajo la tierra
a fadas, güixas y encantarias.
Desde mi montaña
soy el viento,
soy el cielo,
soy el río,
soy el árbol,
el eco de la voz del invierno,
el peso del alud,
un viajero del hielo.
Soy recuerdo para siempre,
una risa en la mañana,
soy un espíritu libre,
el espíritu de la montaña.
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